¿Desigualdad en el uso del tiempo entre mujeres y hombres en nuestra sociedad?
Según los datos recogidos del Instituto de las Mujeres sobre el uso del tiempo, llama la atención la diferencia existente en las horas que hombres y mujeres gastamos en los trabajos remunerados, en el tiempo libre y, en especial, en hogar y familia.
A fecha del año 2010, y con datos prácticamente similares al 2002-2003, las mujeres invertimos dos horas diarias más que los hombres en el hogar y la familia y, en cambio, contamos con casi hora y media menos de trabajos remunerados, a lo que añadimos, más de una hora menos de tiempo libre.
¿Qué supone esto? pues como se puede leer rápidamente, las mujeres (especialmente las madres) descansamos menos al día que los hombres (padres o las personas que hagan este papel), y aun trabajando más, sumando las horas de cuidados y trabajos remunerados, solemos ganar menos y tener menos economía personal porque las horas invertidas en la familia y hogar, para la sociedad, no son remuneradas y, por tanto, son horas invisibles, no cuantificadas. Una de las consecuencias directas son la dependencia económica y emocional de la mujer con respecto al hombre, y la carga de trabajo al estar el día entero teniendo que conciliar ambos trabajos, con la sobrecarga que genera, y con muy poco descanso personal... al menos, menos que ellos.
Los cambios deben ser globales.
Algunas propuestas podrían ser remunerar como un trabajo productivo los cuidados de menores
en los primeros años de vida, lo que además supondría, una disminución en los
gastos de sanidad, escolarización…y no habría que hacer distinción en estos dos
campos, trabajo remunerado y familia-hogar. Esto también ayudaría a generar
menos estigma con las madres y menos falta de confianzas en nosotras,
especialmente a la hora de volver al “trabajo” después de una baja por maternidad,
por ejemplo.
A estas circunstancias se puede sumar los estereotipos existentes y muy arraigado como que el hombre tiene que traer el dinero a casa (mundo público) y la mujer cuidar de la familia y hacer las cosas de casa (mundo privado) y, que se sigue difundiendo en las casas, colegios y de manera generalizada en los medios de comunicación, con o sin sutileza.
Este tema y la diferencia en la socialización de niñas y niños desde pequeño, diferentes juguetes, juegos, frases... hace que se siga cronificando y manteniendo la desigualdad entre mujeres y hombres en las edades más adultas.
Creo que hasta que los gobiernos no comprendan la importancia y la carga, tanto física como mental, que supone estas diferencias, la igualdad entre hombres y mujeres será imposible e irreal, especialmente en los roles de madres y padres. Y hasta que cada una de nosotras no vaya tomando conciencia como tenemos integrado nuestro papel en la vida y que va directamente relacionada con nuestro género y la socialización del género, no podremos responsabilizarnos de cambiarlo y de sentir, actuar y relacionarnos, no desde los patrones establecidos sino desde una verdad propia y personal. Es muy urgente una revisión global y personal de todo lo que hemos aprendido, como nombra con claridad Priscila Retamozo.
El uso del tiempo es desigual y, en gran medida es porque hay una conciliación y una distribución del tiempo muy lejos de conseguir la necesaria igualdad, que viene de cómo la construcción social del género adopta cómo tenemos que ser y hacer en nuestra vida por ser mujer o hombre, y de la valoración que se le da a cada una de las tareas asociadas al género que supuestamente nos ha tocado ejercer.
¡Dejemos todas de seguir perpetuando lo construido y hagamos una real revisión!

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